La semana pasada asistimos al primer asalto del llamado populismo europeo, llamado a arrasar todo el continente y fragmentarlo en mil pedazos. Esta última afirmación podría ser cierta si no fuera porque pese a que muchos se empeñan en llamar el pequeño trozo de tierra en el que vivimos Unión Europea, ésta permanece más dividida que nunca. Ahora nos atizan con el miedo para que todo siga igual y no se planteen las cuestiones que importan realmente.
Lee el artículo completo en La Réplica