Cuando uno termina de leer La lluvia amarilla, novela de Julio Llamazares (Vegamián, 1955), necesita de una larga reflexión para entender bien lo que acaba de entrar en su cabeza a través de las palabras. Tal vez requiera de una segunda, e incluso una tercera lectura; pocas serán las precauciones a tomar si se quiere emitir un juicio de valor acerca de una de las obras más infravaloradas y desconocidas por el gran público y que sin duda merecería un lugar mucho más preeminente en el panorama narrativo español. Por ejemplo, ser lectura digna de ser leída en los estudios bachilleres. No es una exageración, pues la novela es pura vida, una reflexión profunda sobre la soledad desde el punto de vista más destructivo, quizás una forma excelente de enseñar a las nuevas generaciones a saber gestionar la soledad -un asunto mucho más importante de lo que se puede imaginar-, a despojar el aura negativa que tiene precisamente adentrándose en un libro que habla de esa cara oscura.
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shinu / ai dar pamirsau parasyt Zygi koks tavo top speed buvo ? kokia 314? nes tiesiojoj gerai tu maudavai tik man pirma posuki sugadindavai ivaziavima jauciu koki 15kmh pranasuma turejei
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