Leyendo a Raymond Carver —en concreto la recopilación de relatos titulada Catedral, editada por Anagrama— uno se percata de lo difícil que es retratar la realidad y hacerla atractiva cuando sólo estás narrando situaciones, ambientes y conversaciones que todo el mundo ha tenido alguna vez en su vida. No existe sorpresa, o elementos novedosos en sus relatos —son pequeñas historias que podrían o nos han pasado— que puedan sorprender al lector. ¿Cómo conseguir que, pese a sus aparentes desventajas, uno no pueda dejar de leer sus historias?
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