En algún lugar, supongo, alguien debe estar preguntándose si esta es la realidad que nos merecemos. Si el mundo que vivimos es el mejor de los posibles y si la Humanidad está llegando al límite de su propia evolución. Esa persona, si sigue reflexionando, tal vez se asome al abismo de la verdad, que no es otro que comprobar que no somos otra cosa que el producto azaroso de un Universo caótico (aunque parece que más ordenado de lo que pudiera parecer), crudo y carente de cualquier sentimiento.
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